
Aunque parezca una época tranquila, en otoño pasan muchas cosas en el jardín y también en el huerto. En las zonas de clima suave, el otoño puede alargar la vida de las plantas más sensibles a las heladas, lo que significa que podemos retrasar un poco nuestro “manos a la obra”.
Sin embargo, con las primeras lluvias se acaban las excusas, hay que ponerse en marca antes de que el exceso de humedad llegue a las raíces y eche a perder verduras y hortalizas. Es momento de la cosecha de otoño: calabazas, lechuga, zanahorias, nabos, repollos…
Si aún no lo has hecho, recoge las calabazas y guarda las que no vayas a utilizar en un lugar seco para que no se estropeen. Y por fin puedes recoger tu cosecha de hortalizas. Es importante no dejar malas hierbas ni plantas a ras de suelo para que den cobijo a parásitos o se conviertan en foco de enfermedades cuando llegue el invierno.
Con los deberes terminados y nuestra pequeña cosecha de hortalizas y verduras a buen recaudo, puede surgirnos la duda de qué hacer con el suelo una vez limpio y libre de plantas. Dejarlo baldío no es buena idea, especialmente en climas húmedos donde la tierra tendrá difícil filtrar tanta agua y tiende a compactarse.
El consejo es remover la tierra para descomponer la materia orgánica que pueda haber en el suelo y plantar esas especies que brotarán entrada la primavera. En zonas con un clima algo más suave, aún hay tiempo para sembrar abono verde (mostaza o algarroba), cuyos tallos florecerán en marzo o abril. La ventaja de mantener nuestro suelo “ocupado” es que evitamos un exceso de agua cuando lleguen lluvias y heladas y mejoramos la estructura de la tierra de cara a primavera.
Pensando ya en el buen tiempo y en procurarnos ayudantes contra larvas e insectos, podemos aprovechar estos días para colocar un nido de pájaros cerca de nuestro huerto. Durante el invierno las aves se acostumbrarán a vivir en nuestro jardín y cuando llegue la primavera se alimentarán de los insectos y larvas que traten de campar a sus anchas en nuestra cosecha de primavera. Los gorriones son unos verdaderos artistas en esta tarea.
Con todo el trabajo hecho, llega el momento de disfrutar de una buena ensalada o un buen plato de verduras. ¡Te lo has ganado!
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